Hoy nos vamos a transitar por tierras mediterráneas. Vamos a disfrutar de la costa de un modo diferente. Aprovecharemos un sendero que discurre a lo largo de un pequeño acantilado para admirar unas vistas costeras estupendas y contemplar un moderno faro cuyo haz de luz abarca una importante zona marina de la Costa Dorada, en Tarragona. Hoy nos atreveremos a percibir la magnificencia del moderno faro de Torredembarra.
Con tal de iniciar nuestro trayecto nos situamos en el puerto deportivo de Torredembarra (preciosa ciudad costera y turística de gran importancia en este litoral catalán). Desde detrás del puerto partimos en dirección a Tarragona por una senda de tierra que asciende por el suave acantilado que emerge una vez se acaba el puerto. Este pequeño sendero es el denominado Passeig del Roquer, que es el que nos llevará a los pies del faro. Diferentes indicaciones nos señalizan el camino a recorrer. Después de subir una pequeña cuesta descubrimos la figura del faro. Al mirar atrás podemos tener unas vistas sobre el puerto deportivo.
A nuestro lado izquierdo diferentes vallas de propiedades privadas nos impiden el paso a las mismas aunque podemos contemplar grandes zonas ajardinadas. La más importante de ellas es la finca Mercadé. Es posible observar una puerta de acceso a la misma señalizada con una letra M. Esto nos hace recordar el poema de “La canción del pirata” de José de Espronceda, y haciéndole un guiño poético (con todo respeto, claro) podemos indicar aquello de … caminando alegre por el sendero, el acantilado a un lado, al otro las propiedades particulares y allá a su frente, … el faro (bueno, el poema indicaba que era Estambul, pero eso lo dejamos para otro artículo).
Bueno, bromas aparte, es un sendero que se ha convertido en cotidiano para salir a pasear por la zona por lo que es normal que encontréis gente practicando ejercicio físico, caminando o, simplemente, paseando a algún perro. En algunos puntos las vistas sobre el mar y el faro son envidiables, momentos que os deseamos que aprovechéis para contemplar el paisaje. El olor a mar nos impregna toda nuestra pituitaria y nos sentamos a disfrutar del momento en un rocoso saliente cercano al acantilado.
Una de las singularidades que ofrece este faro es su espléndida estampa. Ya desde un primer momento se hace constatar la belleza de su estilo moderno y su alta figura. No en vano, es el faro más alto de Cataluña, con sus 38 metros sobre el suelo. Si a esta altura le sumamos la propia del acantilado sobre el que se asienta, la misma asciende hasta los 58 metros.
Su ubicación en plena Costa Dorada permite disponer desde su corona, en días claros, de unas vistas privilegiadas que abarcan desde la Sierra del Garraf (en el litoral sur de la provincia de Barcelona) hasta el Delta del Ebro, al sur de Tarragona. Este hecho conlleva una enorme ayuda a la navegación marina por este lugar que queda complementado con su alcance visual que es de unas 20 millas náuticas.
Al llegar a sus pies alcanzamos la Punta de la Galera, lugar donde se asienta. En la base de su columna observamos un cúmulo de ideas, versos y pensamientos grafiteados en las blancas paredes de su torre octogonal. La mayoría de ellos son de carácter romántico. Es curioso, ameno y distraído el leerlos. Y nos recuerdan aquellas noches de luna llena (o sin luna, si viene al caso) en que los pensamientos relativos al amor dominaban todos nuestros sentidos.
Si fijamos la vista hacia arriba observamos su corona cobriza dominando el cielo. Allí arriba, toda la instalación de señales se encuentra automatizada.
Situado junto a una amplia zona residencial, que alcanza este lugar, se ha convertido en pocos años en un atractivo turístico del litoral de esta costa y en un emblema de la ciudad, toda vez que es de reciente construcción.
Seguimos avanzando dejando el faro a nuestras espaldas y llegamos al final del acantilado que desemboca en la Playa del Canyadell. Hoy el mar está embravecido. El viento sopla con ganas y altas olas rompen contra las paredes de la costa dando un espectáculo visual de primer orden. El sonido del viento parece bramar, y éste es el origen del nombre del lugar donde nos encontramos y desde donde contemplamos y realizamos esta fotografía de la cala: la Bramadora.
La anécdota relativa al faro está en los números que rigen su fecha de inauguración y su encendido. Fue inaugurado el 30 de diciembre de 1999. Dos días después, el 1 de enero de 2000 tuvo su encendido. Una brillante combinación numérica para una magnífica construcción.
Cabe destacar que el trayecto se hace fácil y no presenta dificultad aunque hay que tener en cuenta que en algún tramo (pequeño) hay alguna pendiente y, también, que la cercanía del sendero al acantilado podría provocar algún accidente fortuito. Todo el recorrido de ida y vuelta tiene una longitud aproximada de 2.500 metros.
En definitiva, hoy os presentamos un lugar fuera del trajín turístico situada en toda una extensa zona turística por definición (un poco incongruente) en el que las vistas sobre el litoral son excepcionales y en el que compartir un buen rato con alguien cercano y querido sentados en algún rincón del trayecto se hace apasionante de verdad. Esperamos que lo disfrutéis, al menos, tanto como nosotros.
Nos vemos en un próximo rincón. Un saludo desde estas líneas.
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