Hoy nos vamos a descubrir unas curiosas figuras que se han convertido en icono de Berlín. Unos indicativos de señalización viaria que nos recuerdan historias de la extinta RDA (República Democrática Alemana) y que actualmente engalanan algunas travesías de esta bella capital alemana. Se trata de las representaciones visuales que se muestran en el interior de los discos de los semáforos que regulan el paso de peatones en los pasos de cebra y que son conocidas con el nombre de Ampelmännchen.
En una ciudad moderna y cosmopolita como Berlín se agradece ver la impresión de tan singular grafismo dominando la imagen de los semáforos de peatones. Esta imagen fue creada por un psicólogo, de nombre Karl Peglau, que trabajaba en el ámbito del tráfico de la ciudad. Dentro de un proyecto de modificación de los semáforos, Karl quiso darle una presencia simpática a este objeto que mantenía el orden circulatorio en la ciudad. En aquellos momentos, finales de la década de los cincuenta, el tráfico rodado se había convertido en un problema de convivencia con el tráfico peatonal.
Para darle un aire más humano y desenfadado realizó un diseño que, después de un largo proceso burocrático, culminó un 13 de octubre de 1961 tomando presencia física y forma en la ciudad. Fue tan impactante y normal encontrarse esta figura durante tantos años que se convirtió y estableció como figura intrínseca del paisaje urbano berlinés.
Y qué nombre podía ser más efectivo con el diseño y su función: pues la de su propia definición hecha palabra, ya que su significado en alemán es el de “hombrecillo del semáforo”. Un nombre verdaderamente muy acertado y que hace aún más entrañable al dibujo.
Aunque hoy en día estamos demasiado acostumbrados a la luz roja o verde ocupando todo el disco lumínico del semáforo, cada vez es más habitual ver aparecer en ciudades de nuestro entorno figuras humanas que añaden un punto de diseño y simpatía a este dispositivo urbano. ¿Quién no ha visto alguna en su ciudad? Pues hay que tener en cuenta que, algo que nos pueda parecer tan moderno, desde aquella primera vez ya han pasado más de cincuenta años.
Pero, cuando llegó la reunificación de la ciudad, con la caída del muro, se produjo la retirada de estas figuras para homogeneizar los semáforos en toda la ciudad, y olvidar un referente del pasado. Pero en 1995 un diseñador rescató del olvido varias piezas integrándolas en varios diseños suyos. Rápidamente, estos diseños, captaron la atención de los berlineses quienes iniciaron movilizaciones a favor de su recuperación generando un gran debate en la sociedad hasta que, finalmente, en 1997 se volvieron a integrar estas figuras en semáforos de la urbe.
Su diseño dispone de dos formas diferentes en función de si se permite el paso o no. Los colores siguen siendo los habituales: el verde para preferencia en el paso, y el rojo para la espera de paso.
El muñeco que aparece en el color verde permitiendo el paso muestra un señor en posición andante, con las dos piernas en forma de V invertida simulando el paso que hace el peatón al caminar. Un brazo en posición flexionada y la cabeza lateral realzan el acto de andar. Pero lo que más atracción presenta es la silueta del sombrero, que le da un aire ágil y simpático al dibujo, un sombrero que pertenece a otra época pero que consigue realzar y dar un aire cordial al personaje.
En cambio, la figura de espera, muestra un dibujo en posición de brazos en cruz y piernas juntas que da una intencionalidad a la espera. Su sombrero, esta vez con copa curvada, le da un aire sensual al carácter frío de la orden de parada que ejerce la figura.
Uno se siente atraído por ambas figuras hasta el punto de estar esperando el paso y estar fijando y observando la mirada en ellos, no en lo que hay alrededor, como sería lo habitual.
Tal es y fue su importancia que en 2004 apareció su equivalente en femenino, denominada Ampelmädchen que, aparte de mantener la misma pose que su compañero masculino, tiene como principal característica llevar un par de coletas en vez de sombrero y falda en lugar de pantalón. A nosotros nos parece aún más simpática esta visión que la masculina. Además, en algunos lugares se ha sustituido el universal color rojo del semáforo por un color rosa, e incluso esta figura femenina se ha expandido a otras ciudades alemanas como Dresde o Zwickau.
A nivel anecdótico resulta que con el paso del tiempo «el hombrecillo» se reveló en logotipo, icono y símbolo de la ciudad y tiene gran presencia en todo tipo de mercados y tiendas, sobretodo de souvenirs en forma de infinidad de productos, desde etiquetas hasta estampaciones en variabilidad de objetos, siendo un ejemplo chapas, dibujos, tazas, camisetas, posavasos, etc. Hay tanta variedad que se consideran objetos de culto y hay auténticos apasionados coleccionistas de esta entrañable figura.
En definitiva, una figura amable y afable que atrae y da un punto de simpatía al viandante en su tránsito por los pasos regulados por semáforos. Tan famosa figura puede competir en atracción turística como las famosas cabinas telefónicas de Londres, los autobuses de dos pisos (de esta misma ciudad inglesa) o la Torre Eiffel (referente superlativo de París) sólo por poner algunos ejemplos.
Y como no podía ser menos, ambas figuras forman parte ya de nuestros recuerdos de viajes que figuran en un lugar destacado en la parte trasera de nuestras mochilas en forma de chapas decorativas.
Así que si paseáis por esta bella ciudad no os olvidéis de haceros el típico selfie en un semáforo con uno de ellos. Será un recuerdo entrañable e inolvidable de esta pequeña joya del diseño gráfico. Y también de esta bella e interesante ciudad. Esperamos que lo disfrutéis, al menos, tanto como nosotros.
Nos vemos en un próximo rincón. Un saludo desde estas líneas.
Localización (en muchos calles de Berlín):
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