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Isla de Santa Clara

Isla de Santa Clara con su faro. Por detrás podemos observar el Monte Igueldo.

Hoy volvemos a San Sebastián, en el País Vasco, para contemplar un pequeño paraíso que forma parte de esta hermosa ciudad tan conocida por su excelente y variada oferta gastronómica, por celebrarse en ella su aclamado Festival Internacional de Cine y por localizarse el enclave geográfico de la bahía de La Concha, que no pasa desapercibida a ojos del viajero.

En el centro de esta famosa bahía se encuentra la Isla de Santa Clara, un lugar antaño místico y aislado, y actualmente destino cotidiano de nadadores y excursionistas en plan familiar, que con sus 5,6 hectáreas de extensión y su cota máxima de 48 metros, ejerce de privilegiada atalaya sobre el Cantábrico, además de abarcar unas formidables vistas de la ciudad desde el monte Igueldo hasta el monte Urgull.

Para llegar a ella, basta con ser buen nadador (y ser conocedor de las corrientes marinas que la circundan), o bien, aprovechar cualquier artilugio navegable o embarcación al uso para acercarse hasta ella. Hay también un servicio de motoras que hacen el trayecto desde el pequeño puerto de la ciudad durante Semana Santa, los meses de verano y determinados puentes y festivos, a través de las cuales y con diferentes tarifas se puede optar por realizar el viaje de ida y vuelta de forma directa a la isla o mediante un paseo por la bahía en una motora con visión submarina.

Conviene conocer que en circunstancias excepcionales de bajamar se puede acceder con relativa facilidad directamente desde la cercana playa de Ondarreta.

Mediante una motora alcanzamos el pequeño embarcadero de la isla, junto a la minúscula playa que emerge durante la bajamar. Descansando sobre ella observamos a varios visitantes tumbados sobre la arena. El día es soleado aunque fresco. Desde aquí accedemos a la zona del bar, que hace las funciones de restaurante. Más arriba, una explanada nos provee de un interesante lugar para realizar pícnic. Desde aquí, tumbados sobre la hierba disfrutamos de estupendas vistas sobre la ciudad.

Sobre nuestras cabezas el vuelo de la gaviota sombría se convierte en una constante en el devenir de la isla cuya especie ha encontrado un lugar idóneo para formar colonias entre sus escarpados riscos adonde no pueden llegar los humanos que visitan el lugar.

Vistas desde la Playa de Ondarreta. Por detrás de la isla podemos observar el Monte Urgull.

Pero este rincón también es pintoresco por disponer de un faro situado sobre el lugar donde antaño se encontraba la ermita de San Bartolomé. Desde su construcción, en 1864 y hasta su automatización en 1968, doce fareros con sus respectivas familias han permanecido al frente de tan estimado servicio lumínico y señalético. Para acceder hasta él hay que seguir el camino que bordea la isla, aunque el edificio se encuentra cerrado a las visitas.

No se hace extraño que por su singularidad y su ubicación el enclave también se haya convertido en escenario cinematográfico de varias películas como 27 horas de Montxo Armendáriz u 80 egunean, de los cineastas José Mari Goenechea y Joan Garaño.

En tiempos de la peste (siglo XVI) la ínsula fue lazareto y a él iban destinados tanto los afectados de la enfermedad residentes en la ciudad como los de la marinería contagiada que arribaba a puerto. Además, también iban destinados aquí los que debían cumplir cuarentena en caso de tenerse sospechas de haber contraído la infección. En tiempos posteriores y una vez erradicada esta gran epidemia el lugar incluso llegó a ser temporalmente cárcel y fortificación.

Tal es su importancia en la historia de la ciudad que fue declarada Centro Histórico de interés Nacional durante la segunda mitad del siglo XX.

Pero el lugar también tiene una interesante curiosidad biológica ya que alberga la existencia de una subespecie endémica de lagartija (que además de localizarse en esta isla también se encuentra en el cercano monte Urgull) conocida como la lagartija ibérica de San Sebastián, aunque su correcto nombre científico es Podarcis hispanicus sebastiani.

Desde estas líneas os animamos a que lo descubráis. Esperamos que lo disfrutéis, al menos, tanto como nosotros. Ya nos contaréis.

Nos vemos en un próximo rincón. Un saludo desde estas líneas.

Localización:

Nota: Todas las fotos que ilustran este reportaje fueron realizadas por mí en 2014.

©Joan Oliveras. Todos los derechos reservados.

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