Este avión comercial de fuselaje ancho y de cuatro reactores es una auténtica bestia tecnológica de los aires, que no podía faltar en este blog dedicado a los viajes.

Sus dimensiones son descomunales presentando una longitud de 72,73 metros, una envergadura de 79,75 metros y una altura de 24,25 metros. Estas cifras conllevan que su peso máximo para el despegue tenga que ser de 560 toneladas. Una auténtica «salvajada». Además, posee una superficie alar de 845 metros cuadrados. Otra «salvajada».

Con una autonomía máxima de 15.200 kilómetros hacen de ella una aeronave interesante para las grandes compañías aéreas (que son las que lo pueden sufragar). En su configuración estándar puede llegar a albergar 555 asientos, aunque dispone de diversas configuraciones siendo la más completa de 853 asientos.

Todas estas cifras son sorprendentes.

Y así y todo, vuela.

Pues sí: sus dimensiones nos sobrecogen y nos imponen la misma pregunta a todos cuanto lo hemos visto volar. ¿Cómo es posible que una máquina de tal tamaño se sustente sobre el aire y no se caiga? El resultado se debe a unas cuantas leyes de la física y a unos estudios pormenorizados de la ingeniería aeronáutica que consiguen obrar el milagro.

Esta imagen fue tomada durante un aterrizaje del avión en el Aeropuerto de Barcelona-El Prat. Verlo aterrizar y rodar por la pista y sus calles de rodadura es toda una experiencia visual por la elegancia que desprende en todo su esplendor, cuya posibilidad de contemplarlo recomiendo a todos a quienes les guste este mundo de la aeronáutica.

Pero, ¿y volar dentro? Debe ser todo un mundo de sensaciones que todavía no hemos podido probar. Pero, tiempo al tiempo.

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