
Mi afición por la vida natural proviene de lejos. Ya desde temprana edad me inculcaron el respeto y el conocimiento hacia el mundo natural en cualquiera de sus vertientes, ya fueran zoológicas, botánicas, micológicas e, incluso, de mineralogía.
Pero no tuve verdadera conciencia real de ello hasta que comprobé que disponía de una capacidad innata para aprenderme de carrerilla una gran variedad de características, anatomía y nombres (en latín) de la gran variedad de animales y vegetales estudiados en las, para mí, agradables clases de la asignatura de biología de bachillerato.
Era y sigo siendo un férreo seguidor de cualquier documental que trate la vida en todo lo largo y ancho del planeta.
Pero uno va sumando años y, aunque me decanté por cursar formación científica, mis estudios universitarios derivaron hacia la licenciatura de una carrera totalmente diferente de la que versaba aquella asignatura con la que tanto había disfrutado, a la que tanto tiempo había destinado a conocer y de la que me llegué a enamorar perdidamente. Cuestiones diversas me llevaron a apostar por la química y, realmente, acerté con ella.
Años más tarde, diferentes viajes realizados para visitar museos paleontológicos o de historia natural además de parques naturales y zoológicos europeos me llevaron a desarrollar otra de mis grandes pasiones: la fotografía.
Recuerdo con especial cariño aquella exposición temporal a la que asistí sobre los iguanodontes de Bernissart (que fueron desplazados expresamente desde Bélgica para la exposición que Cosmocaixa Barcelona organizó allá por el 2004 para la inauguración de su actual edificio). Aquellos seis esqueletos fósiles expuestos, además de causarme una más que grata impresión, me cautivaron por su excelente estado de conservación y su majestuosidad.
Curiosamente, su nombre, iguanodonte, proviene del griego y significa literalmente «diente de iguana». Este último vocablo, iguana, proviene a su vez de la voz taína «iwana»que es propia de las tribus precolombinas que habitaban una parte de las islas caribeñas de las cuales es originario este reptil.
Y este último es el espécimen mostrado hoy en esta imagen en blanco y negro. Un digno sucesor de aquellos reptiles ya extintos que un día pasado habitaron el planeta de todos.
La imagen fue tomada en junio de 2013 en el parque zoológico de Berlín.
PD.: Como blog viajero y, en cierto modo también comunicativo, me limito a realizar una labor de divulgación de aquellos aspectos que me parecen atractivos en este mundo que me rodea. A través de los artículos publicados, en donde expreso mis inquietudes y reflexiones, pretendo aportar una experiencia que pueda ser válida para quienes puedan seguirme e interesarse por alguna de las temáticas aquí planteadas. Os agradezco vuestros comentarios pues así podremos compartir conocimientos y enriquecernos mutuamente lo cual redundará en un beneficio para todos los lectores.
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