
No pretendemos ser pesimistas ni alarmistas con la que está cayendo, pero hoy vamos a dedicar nuestro artículo a la extinción en el siglo XVII del dodó, una ave con un aspecto muy parecido a las palomas que sucumbió bajo la implacable colonización de su hábitat por el ser humano al poco tiempo de ser descubierto.
Entre la oleada de noticias acerca del Covid-19 que cada día leemos, se nos ha colado una noticia que ha pasado desapercibida para la mayoría de lectores. Hace referencia al descubrimiento en Bélgica de un pequeño cráneo fosilizado de un ancestro de las aves que habitó la Tierra hace 67 millones de años. Lo que lo hace importante es el buen estado de conservación en el que se encuentra a pesar de su antigüedad. Es anterior al gran cataclismo provocado por un asteroide que provocó tanto la extinción de los dinosaurios como la de gran parte de animales y flora existente.
El Asteriornis Maastrichtensis, nombre científico con el que se ha bautizado a este fósil, es un eslabón entre los dinosaurios y las actuales aves, por lo que su estudio dará interesantes pistas sobre cómo sobrevivieron ese tipo de animales a esa extinción y su posterior desarrollo hasta las actuales aves. Pero estos resultados aún están por llegar así que estaremos atentos.
En el artículo de hoy vamos a adentrarnos en una extinción provocada por el ser humano. Y seguimos, por desgracia, sin escarmentar. Hoy comentaremos el caso del Dodó conocido en el ámbito científico como Raphus cucullatus.
A la mayoría quizás no les sonará este nombre tal cual, pero si indicamos que recibió el mal nombre científico en sus orígenes de Didus ineptus, ya da una idea del pésimo trato que tuvo por parte de la civilización (vaya utopía lo de civilización en este caso). Para arreglarlo (por añadir algo) en el saber popular se le comenzó a conocer por pájaro bobo. Y si eso no fuera suficiente una de las teorías del porqué se le denomina dodó es porque deriva de la palabra neerlandesa dodoor, que significa holgazán. ¡Tremendo!
Y así, desgraciadamente, ha pasado a nuestra historia. Visto de esta forma es natural que apareciera como personaje caricaturesco en el magnífico libro Alicia en el país de las maravillas o en la saga de películas de Ice Age como bonachón y tontorrón.
Pero la realidad dista mucho de ser ésta.
Para hacernos una composición rápida de lo que era esta ave, imaginémonos una enorme paloma con un pico grande, unas patas robustas y unas alas pequeñas. Eso es un dodó. Un cuerpo deforme nada grácil que, igual que las palomas, pertenece al orden de la Columbiformes.
Era un ave endémica de las Islas San Mauricio donde estaba perfectamente adaptada a su hábitat y a su climatología en la que tenía que sobrevivir a la estación seca con escasez de alimento.
Para ello la naturaleza le proporcionó unas herramientas formidables: El gran pico, fuerte y curvo le servía no solo para romper los cocos con que se alimentaba sino también de excepcional receptor olfativo que le permitía descubrir fruta madura caída en los suelos. Al no tener enemigos naturales, su musculatura alar había quedado atrofiada por lo que sus alas no estaban desarrolladas para volar y, por tanto, se desplazaba andando sobre sus grandes pies capaces de excavar para encontrar esos alimentos que habían quedado escondidos.
Desafortunadamente la llegada de los neerlandeses en 1638 a las Islas San Mauricio rompió el frágil equilibrio del ecosistema que había en la isla. Era una ave dócil que se convertía en presa fácil para ser cazada. Además, las enfermedades contagiadas por las especies traídas por la civilización a la isla y la destrucción y saqueo de sus nidos las diezmó hasta el punto de su brutal extinción en tan solo unos pocos años. El último ejemplar vivo fue visto en 1662.
Como trágico colofón a esta historia cabría indicar que tenía otro pariente cercano, en las Islas Reunión, que también acabó extinguido pocos años más tarde por similares motivos.
Este ejemplar que encontramos en la imagen lo encontramos expuesto en el Museo de Historia Natural de Londres.
No cabe decir que le hemos tomado cariño.
Mientras tanto, seguimos confinados a la espera de buenas nuevas sobre la erradicación del Covid-19.
Desde estas líneas procedemos a dar muchos ánimos a todos los afectados esperando que os sea lo más leve posible.
Del mismo modo desde estas páginas mostramos también toda nuestra solidaridad hacia todos los efectivos sanitarios y farmacéuticos, a los componentes de las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado y demás profesiones de diversa índole que con su inestimable esfuerzo hacen posible avanzar valientemente hacia la erradicación de esta terrible plaga del siglo XXI.
No obstante, desde estas líneas os animamos a que descubráis más sobre este pájaro. A nosotros nos encanta. Esperamos que lo disfrutéis, al menos, tanto como nosotros y en un futuro lo más próximo posible, si no lo habéis hecho ya.
Nos vemos en un próximo rincón. Un saludo desde estas líneas.
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Todas las fotos que ilustran este reportaje fueron realizadas por mí en octubre de 2019.
PD.: Como blog viajero y, en cierto modo también comunicativo, me limito a realizar una labor de divulgación de aquellos aspectos que me parecen atractivos en este mundo que me rodea. A través de los artículos publicados, en donde expreso mis inquietudes y reflexiones, pretendo aportar una experiencia que pueda ser válida para quienes puedan seguirme e interesarse por alguna de las temáticas aquí planteadas. Os agradezco vuestros comentarios pues así podremos compartir conocimientos y enriquecernos mutuamente lo cual redundará en un beneficio para todos los lectores.
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