
Aún recuerdo aquellos primeros años de mi adolescente juventud cuando en la escuela nos explicaban la mitología griega, a través de una simbiosis natural entre cultura e historia de esa civilización.
En una época en la que no existían artilugios electrónicos (ni se les intuía), aquellas aventuras y desventuras de dioses, semidioses, héroes, titanes, gigantes y otros extraños seres, me brindaban una oportunidad única para crearme mis propias aventuras imaginarias.
Gozaba, entusiasmado, emulando al mismo Ulises en sus viajes, o a Aquiles y a Héctor batallando en la Guerra de Troya.
Recuerdo que en aquellos días la celebración de un aniversario me trajo un interesante regalo en forma de libro de tapas duras en cuyo interior se desplegaban a través de sus hojas los principales mitos de esos fascinantes relatos.
Entre sus protagonistas se encontraba Helios, dios del Sol, que salía a cabalgar por el cielo cada día con su cuadriga en un recorrido que transcurría desde el amanecer hasta el ocaso.

Pirois, Eous, Etón y Flegón eran sus corceles. Bellos y sanos, se mostraban orgullosos de su destino allá arriba, expulsando a su paso bocanadas de fuego a diestra y siniestra.
Pero un día, por circunstancias del temible destino, llegó la tragedia. Helios permitió que su hijo Faetón los guiara. Éste, en un exceso de confianza, no pudo dominarlos resultando la cuadriga desbocada y el carro se acercó tan a ras de la superficie terrestre que acabó por provocar pavorosos incendios a su paso.
Viendo la magnitud del desastre Zeus, sin pestañear, lo derribó con uno de sus rayos causándole la muerte en su caída sobre el agua.
Estamos en la confluencia entre Coventry Street y Haymarket (muy cerca de Piccadilly Circus). Aquí, enfrente de esta bella composición escultórica realizada en bronce en 1992 por Rudy Weller no puedo dejar de pensar en lo bravíos y formidables de esos équidos y en la atrayente naturalidad con los que han sido esculpidos exaltando una fortaleza y vitalidad únicas, ya contempladas en aquel viejo libro de tapas duras.
Sus patas al aire nos transportan a un paseo más allá de las nubes en el que su ímpetu nos impulsa a apartarnos de su camino.
Desde estas líneas os animamos a que los descubráis. Esperamos que los disfrutéis, al menos, tanto como nosotros.
Nos vemos en un próximo rincón. Un saludo desde estas líneas.
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Nota: Todas las fotos que ilustran este reportaje fueron realizadas por mí en octubre de 2018.
PD.: Como blog viajero y, en cierto modo también comunicativo, me limito a realizar una labor divulgativa y desinteresada de aquellos aspectos que me parecen atractivos en este mundo que me rodea. A través de los artículos publicados, en donde expreso mis inquietudes y reflexiones, pretendo aportar una experiencia que pueda ser válida para quienes puedan seguirme e interesarse por alguna de las temáticas tratadas. Os agradezco vuestros comentarios pues así podremos compartir conocimientos y enriquecernos mutuamente lo cual redundará en un beneficio para todos los lectores.
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