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El espectacular paisaje de Las Médulas (León)

A todo lo largo y ancho del paisaje, destacan farallones, cuevas y restos de antiguas galerías que nos muestran las huellas dejadas por la intensa actividad minera desarrollada durante tantos años.

Si algo tiene de extraordinario el paraje de Las Médulas es la integración de la naturaleza alrededor de un sensacional paisaje artificial provocado por las manos del hombre.

Situada en la leonesa comarca de El Bierzo esta antigua mina de oro abierta al aire libre fue explotada por el Imperio Romano durante apenas 200 años, entre los siglos I y III de nuestra era. Con tal de ponernos en situación ante la magnitud de lo que hoy visitamos cabe conocer que éste fue el mayor yacimiento de su género de los muchos que tuvo el imperio romano a lo largo de todo su vasto territorio durante su dominio. Y esto reportará importantes beneficios a las arcas de Roma en momentos importantes de su historia.

Pero vayamos por partes pues tanto su historia como el complejo diseño de ingeniería hidráulica que lo compone merecen especial atención.

El lugar ya era conocido por los astures, el pueblo indígena prerrománico que habitaba estos territorios antes de la romanización. Ellos ya extraían pequeñas cantidades de oro bateando el agua. Con la conquista de este territorio por los romanos, estos emprendieron el impulso tecnológico definitivo para transformar y sacarle todo el jugo posible a toda esta área aurífera.

Los emperadores romanos eran codiciosos y pusieron al servicio del yacimiento todos los medios humanos y técnicos posibles para aquella época. Los ingenieros volcaron su total conocimiento al construir una infraestructura de considerables dimensiones formada por una extensa red de canales y túneles para transportar el agua tanto desde los innumerables riachuelos que circundan esta zona como la procedente del deshielo a varios embalses artificiales, creados ex profeso, de los que el de Carucedo todavía pervive en la zona convertido actualmente en un riquísimo entorno natural protegido.

Tal fue la importancia de esta obra de ingeniería hidráulica que incluso se llegaba a transportar la nieve a un punto situado a 2.000 metros de altura donde el agua procedente de su deshielo se canalizaba hasta dichos embalses artificiales para ser luego convenientemente usada.

Para obtener el tan preciado metal noble se horadaba la montaña a diferentes niveles creando grandes galerías con elevadas pendientes por los que se vertía de golpe el agua almacenada en los embalses, la cual bajaba con extrema virulencia por las rampas y galerías excavadas. La presión creada sobre el aire interior por esta ingente cantidad de agua creaba su compresión con la generación de unas fuerzas y energías de tales magnitudes que eran capaces de explosionar desde el interior de la montaña y colapsarla. El aluvión generado era arrastrado por esas mismas aguas a través de unos desguaces preparados de antemano que comunicaban con unas zonas habilitadas con ingentes cantidades de pozas en las que en su interior se iban acumulando los materiales sólidos arrastrados. Recogidas estas piedras se trasladaban a los lavaderos ubicados aguas abajo donde se separaba el tan codiciado metal del mineral. A esta forma tan espectacular de extracción se la llamaba ruina montium.

Tal era la importancia de estos yacimientos auríferos que había todo un ingente ejército de personal romano que gestionaba todo lo relacionado con el proceso extractivo. Desde soldados que velaban por la seguridad en todo el territorio hasta personal administrativo pasando por una variedad de colectivos logísticos de primer orden, entre los que destacaban los ingenieros.

Estos últimos fueron traídos a estas tierras orográficamente complejas para extender por todo este vasto territorio kilómetros y kilómetros de canales, galerías y túneles para poder trasladar toda el agua disponible desde lugares que distaban decenas de kilómetros de distancia. Esto nos puede aportar una idea de la sublime tecnología empleada hace aproximadamente 2.000 años. Hay estimaciones que indican que la longitud total en canales puede llegar a alcanzar los 300 kilómetros. Pensad que se llegó a aportar agua de las cumbres de los montes Aquilianos (distantes unos 10 kilómetros) y de las cercanas cuencas del Sil y del Duero.

Los trabajos tanto de construcción como de extracción eran realizados con mano de obra forzada, mayoritariamente prisioneros procedentes de los territorios ocupados quienes, en palabras de Plinio el Viejo, tenían unas más que lamentables condiciones de trabajo. Las trágicas muertes por agotamiento o por accidentes estaban a la orden del día. Pensad que las galerías se hacían picando a mano con el considerable esfuerzo en mano de obra que eso significa.

Este historiador y militar romano estuvo trabajando como administrador de estas minas en su juventud y nos indicó en sus escritos la disponibilidad de unos 60.000 trabajadores cautivos, aunque estimaciones más realistas rebajan esta cifra hasta los 10.000 ó 20.000 desdichados.

Como dato a tener en cuenta la importancia del enclave sobre el que nos situamos, el propio Plinio el Viejo nos indica que se podían llegar a extraer el equivalente a 1.635 toneladas al año de tan preciado material de las entrañas de la tierra.

En el siglo III de nuestra era se dejó de explotar este espacio, probablemente porque ya no suponía un rendimiento interesante para el imperio al conseguir beneficio financiero a través de otros medios más productivos y por la culminación de la época de esplendor del imperio romano.

Vistas sobre el espectacular paisaje. A la derecha, entre las sombras, podemos observar el privilegiado balcón en el que se ha convertido la cueva que se abre al final de la Galería de Orellán.

Con la posterior reintroducción de especies arbóreas como castaños y robles y el transcurrir de los años hasta la actualidad el territorio afectado se ha enriquecido y se ha convertido en un entorno turístico natural de primer orden. Fruto directo de esa magnificencia es que el enclave fuera declarado Patrimonio de la Humanidad en 1977 y Monumento Natural en 2002. Además, por su interés arqueológico también fue declarado Bien de Interés Cultural en 1996. Toda una gozada el poder estar allí para observarlo y degustarlo.

En Carucedo disponemos de un Centro de Visitantes y una Aula Arqueológica donde nos muestran la historia del lugar, el sistema de funcionamiento de la explotación minera y la posibilidad de realizar diferentes rutas, ya sean a través de nuestros medios o mediante itinerarios guiados.

Desde aquí nos acercamos al principal mirador del lugar, el de Orellán. Situados sobre una plataforma elevada podemos observar con unas privilegiadas vistas lo extraordinario del paisaje donde la rojez de la tierra contrasta vigorosamente con el verdor de la vegetación.

A todo lo largo y ancho del paisaje, destacan farallones, cuevas y restos de antiguas galerías que nos muestran las huellas dejadas por la intensa actividad minera desarrollada durante tantos años.

Al lado de este mirador se encuentra la entrada a la Galería de Orellán, cuyo acceso es de pago y por donde penetramos al interior de la montaña. En este transitar subterráneo observamos los interiores de la galería y el formidable trabajo realizado en aquellos tiempos de esplendor del yacimiento. Al final del túnel accedemos a un balcón situado al final de una cueva. Desde este punto las vistas son estupendas.

Os dejamos dos enlaces externos al blog donde podréis ver diferentes rutas que se pueden realizar en este entorno natural tan bello:

En este primer enlace visualizamos un plano general de rutas por la zona arqueológica de Las Médulas:

En este segundo enlace visualizaremos un plano del Centro de Visitantes de Las Médulas situado en el Consorcio Comarcal de El Bierzo:

Desde estas líneas os animamos a que lo descubráis. Esperamos que lo disfrutéis, al menos, tanto como nosotros.

Nos vemos en un próximo rincón. Un saludo desde estas líneas.

Localización:

Nota: Todas las fotos que ilustran este reportaje fueron realizadas por mí en 2012.

 PD.: Como blog viajero y, en cierto modo también comunicativo, me limito a realizar una labor divulgativa y desinteresada de aquellos aspectos que me parecen atractivos en este mundo que me rodea. A través de los artículos publicados, en donde expreso mis inquietudes y reflexiones, pretendo aportar una experiencia que pueda ser válida para quienes puedan seguirme e interesarse por alguna de las temáticas tratadas. Os agradezco vuestros comentarios pues así podremos compartir conocimientos y enriquecernos mutuamente lo cual redundará en un beneficio para todos los lectores.

 ©Joan Oliveras. Todos los derechos reservados.

 

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