
Situado sobre la cima de un promontorio se aprecian las líneas que conforman su singular silueta y la figura destacable del Ángel exterminador dominando desde la altura toda la necrópolis.
Hoy nos vamos a desplazar hasta la comunidad de Cantabria para visitar uno de los camposantos más impresionantes y originales del norte de España. Situado sobre un promontorio a orillas del mar Cantábrico, el cementerio de Comillas es de los que no pasan desapercibidos para el viajero por su riqueza constructiva y sus envidiosas vistas del litoral cantábrico.
Su arquitectura es una amalgama entre elementos tardo-góticos provenientes de la primigenia iglesia que se erigía en este mismo punto sobre cuyos restos se ha configurado y urbanizado el camposanto y elementos propios del modernismo procedentes de la reforma del lugar efectuada a finales del siglo XIX bajo el paraguas de los nuevos estilos vanguardistas de finales de aquella centuria.
Aunque se puede acceder con vehículo a sus inmediaciones nosotros nos acercamos andando desde el pueblo. Conforme nos vamos acercando podemos apreciar las líneas que conforman su singular silueta y la figura destacable de El Ángel Exterminador dominando desde la altura toda la necrópolis.
El terreno sobre el que se encuentra estuvo ocupado por la iglesia parroquial edificada a caballo de los siglos XV-XVI en estilo tardo-gótico. El centro de culto posee una curiosa historia acaecida en su interior de rebeldía popular hacia el poder aristocrático y eclesial que derivó en su drástico desuso y posterior abandono:
Los habitantes del pueblo tenían desde hacía tiempo una gran desavenencia con el Duque del Infantado por la reserva de asientos que hacía en la iglesia durante el transcurso de los oficios. En uno de ellos, el administrador del duque no dejó sentarse en uno de esos asientos a una de las feligresas vecina de la villa, por lo que hubo un duro enfrentamiento entre los vecinos y el aristócrata por el uso privilegiado de los bancos eclesiales. Como no hubo un acuerdo entre ellos el pueblo decidió por decisión unánime no volver a pisar la iglesia hasta que cesaran estos privilegios en ella. De esta forma las misas dejaron de impartirse en la iglesia parroquial y pasaron a realizarse en la ermita de San Juan situada donde actualmente se encuentra el ayuntamiento.
Con el paso de los años la iglesia cayó en desuso aunque el cementerio aledaño siguió acogiendo a los finados del municipio.
No fue hasta 1893 que se decidió acometer una reforma del lugar para aumentar el terreno destinado a necrópolis. La intervención corrió a cargo del arquitecto modernista Lluís Doménech i Montaner, que en aquella época se encontraba trabajando en varios proyectos en esa comarca cántabra.
Para la tarea encomendada quiso conservar diversos aspectos góticos de la iglesia primigenia que aún permanecían en pie y aprovechar para poner nichos en su estructura interior (las partes altas son visibles desde el exterior). Además, amplió y delimitó el espacio con un muro sobre el cual situó multitud de pináculos. Para él la ornamentación era tan importante como la estructura y eso queda magníficamente realzado en este espacio de recogimiento. Para acceder al recinto construyó la fachada a la que le colocó un más que interesante arco de medio punto al que resguardaba de las inclemencias del tiempo una cubierta a dos aguas coronada por una curiosa cruz. En la parte derecha del arco podemos leer el nombre de María. En su lado izquierdo el nombre que figuraba ha desaparecido. La puerta de acceso fue realizada en hierro forjado y es digna de observarse por la calidad de sus detalles modernistas. Esta fachada es tan impresionante que fue declarada en 1983 Bien de Interés Cultural.
Aprovechando los restos del antiguo edificio eclesiástico situó en lo más alto de uno de sus muros la estatua de mármol del Ángel Exterminador. Era obra de Josep Llimona, uno de los grandes exponentes del modernismo en su vertiente escultórica, quien la realizó entre los años 1894-1895, aunque en un principio no estaba prevista su ubicación en este punto. La obra escultórica la mandó esculpir Antonio López, el primer Marqués de Comillas, tras la prematura muerte de su hijo primogénito. El lugar destinado para erigirla era el panteón familiar sito en el Palacio de Sobrellano. Como las dimensiones de la escultura imposibilitaban su colocación allí, fue donada a sus vecinos quienes decidieron situarla en este espacio elevado y bien visible con pleno dominio sobre todo el entorno.
La escultura representa al ángel caído citado en el Apocalipsis. Con sus alas desplegadas lleva cogida con su mano derecha una espada que queda apoyada sobre el suelo.
Situarse frente a ella y contemplarla impresiona por sus detalles y el sentir que transmite. Se nos convierte esa contemplación en una eclosión de percepciones.
Otra de las joyas que nos encontramos en el lugar es el mausoleo de Joaquín Piélago, que a la sazón era yerno del Marqués de Comillas pues se casó con una de sus hijas. Sobre su tumba encontramos un ángel cabalgando sobre las olas del mar escenas que nos recuerdan el origen de su fortuna, pues era un importante comerciante de Comillas muy querido por sus vecinos. Un hecho remarcable de su vida y talante es que él sufragó la instalación de agua corriente a la villa.
En el interior del recinto observaremos más mausoleos con estatuas celestiales y motivos religiosos, un recuerdo ponderable para las generaciones venideras de la riqueza que antaño tuvo la villa.
Consideramos que el camposanto ejerce de interesante reclamo turístico de la villa y os recomendamos, además de su visita, también la del municipio que lo acoge.
Desde estas líneas os animamos a que lo descubráis. Esperamos que lo disfrutéis, al menos, tanto como nosotros. Ya nos contaréis.
Nos vemos en un próximo rincón. Un saludo desde estas líneas.
Localización:
Nota: Todas las fotos que ilustran este reportaje fueron realizadas por mí.
©Joan Oliveras. Todos los derechos reservados.
Great photography
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Thank you for your words.
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He visitado este cementerio varias veces, y siempre me pareció muy curioso.
Gracias a tu artículo, ahora lo valoro más, y la próxima vez la visita será mucho más enriquecedora.
¡Muchas gracias!
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Gracias, Carlos. Es uno de esos recintos funerarios un tanto extraño pero lleno de encanto. Cuando conoces su historia te das cuenta del valor real que adquiere esa construcción pues nuestros ojos se sitúan en el momento actual y no en el de su proyección y restauración. Un saludo.
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