No es para nada extraño que Puigcerdà esté considerada como una de las ciudades más bonitas del pirineo catalán. De hecho, la antigua comarca de la Cerdanya se dividió tras el Tratado de los Pirineos de 1659 en dos partes, una quedando bajo jurisdicción francesa y la otra bajo administración española. En esta última se encuentra enclavada esta ciudad que ejerce de capital de la comarca ubicada en la provincia de Girona.
Hoy nos adentramos en sus calles para visitar dos de los puntos más emblemáticos de la misma: su lago artificial y el parque aledaño.
El lago es un gran estanque situado en la parte alta de la población del que ya se tiene conocimiento de su existencia desde el siglo XIII, ya que aparece citado en el documento “Dietario de Puigcerdà” en fecha tan lejana como el 2 de diciembre de 1260. Estudios recientes de este lugar han encontrado restos de un antiguo asentamiento humano datado en el siglo XI.
El lago recibe las aguas del río Querol a través de una canalización. Históricamente sus aguas abastecían de riego a las tierras del entorno, además de proveer de suculento pescado a los habitantes del municipio.
En época más reciente sus aguas se han usado para abastecimiento de los sistemas contraincendios de la población, para limpiar la red de alcantarillado, como agua potable e, incluso, como suministrador de hielo en invierno para las neveras. El lodo recogido en las diferentes limpiezas que se han realizado desde tiempo ancestral han servido como fertilizante para los campos del entorno. Expresado de otra forma: el lugar ha sido y es una fuente inagotable de recursos para el municipio.
Puigcerdà se convirtió en villa privilegiada en la segunda mitad del siglo XIX y principios del XX al desplazarse muchas familias de la burguesía barcelonesa a veranear durante los asfixiantes meses de calor de la Ciudad Condal. Esto motivó el tener que adaptar y remodelar el lago para darle un aire más burgués a esta zona del municipio ganando belleza, prestancia y elegancia. Desde entonces el lago adquiere una atípica superficie de hexágono irregular. De esa época datan las diversas villas que lo rodean y que observamos a lo largo de nuestro paseo.
En su perímetro se encuentran estratégicamente situados varios miradores desde los cuales podemos deleitarnos con los reflejos del paisaje sobre sus aguas (la imagen de cabecera de este artículo es prueba de ello), con la observación del rico verdor del paisaje, con la naturaleza avícola (cisnes y diversas especies de ánades que hacen las delicias de los menores de la casa) así como con la visualización de diversos peces (barbos y carpas) que aletean sumergidos bajo sus aguas. También observamos en un lateral del lago la isla artificial en la que se guarece la fauna avícola.
A destacar que durante los meses de julio y agosto en el pequeño embarcadero se pueden alquilar barcas para realizar paseos por la superficie del lago.
Pero no sólo disfrutamos con el lago, pues junto a él se encuentra el Parque Schierbeck, un lugar donde la frondosidad de la arboleda junto con las especies que allí habitan acaban por hacer las delicias de nuestro paseo matutino. Su nombre proviene del cónsul danés de Barcelona, German Schierbeck, quien se afincó a finales del siglo XIX en una bonita villa del lago y adquirió los terrenos aledaños para ampliar su propiedad. A su muerte los terrenos fueron donados al ayuntamiento para mantenerlos como parque público.
Desde estas líneas os animamos a que los descubráis. Esperamos que los disfrutéis, al menos, tanto como nosotros.
Nos vemos en un próximo rincón. Un saludo desde estas líneas.
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Nota: Todas las fotos que ilustran este reportaje fueron realizadas por mí.
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