Es fácil ver y observar gatos por las calles de nuestras poblaciones.
Pero este era especial. No parecía pertenecer a ninguna colonia y, a buen seguro, estaba muy bien cuidado. El gato se mostró tranquilo cuando nos acercamos, señal inequívoca que estaba acostumbrado al contacto con humanos. Tanto, que ni se movió del banco cuando nos acercamos. Allí, sentado sobre sus cuartos traseros disfrutaba del sol del mediodía. Su bello pelaje nos atrajo la atención. Sus ojos eran aún más bellos. Llegamos a sentarnos en el banco y ni se inmutó.
De pronto, sin aviso y con un elegante salto, huyó y se introdujo por la pequeña rendija de una puerta metálica que había en la plazoleta.
Ya no lo volvimos a ver. La imagen fue tomada en Albi, capital del Departamento del Tarn (Francia).
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Gracias por rebloguear esta imagen con ese pequeño relato. Un abrazo.
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