... EL PAÍS CÁTARO

El Castillo de Arques

Hoy visitamos el Château d’Arques, un castillo un tanto diferente de los que abundan por estas tierras cátaras por las que nos encontramos. Las primeras menciones conocidas de este castillo datan de principios del siglo XI cuando pertenecía a la poderosa abadía de Lagrasse.

Estacionamos nuestro vehículo en una explanada habilitada como aparcamiento en la propia carretera y nos acercamos al castillo por un camino de tierra.

Acostumbrados a visitar castillos construidos en época medieval, cuyas estructuras defensivas eran realizadas sobre imponentes peñascos aprovechando la particular orografía del terreno, nos sorprende la construcción de esta estructura defensiva sobre un espacio tan llano como es éste.

Su recinto amurallado es de planta cuadrada y desde el lugar en el que estamos muestra dos estructuras en sus esquinas, una de ellas correspondiente a la logis (vivienda) construida en el siglo XIV (la que se observa a nuestra izquierda).

Pero lo que más destaca desde el exterior y de una forma imponente es su torre del homenaje, situada dentro del recinto amurallado, que es, probablemente, el punto más bello e interesante del castillo y, caso necesario, el último reducto defensivo con que contaba la fortaleza.

Llegamos a la puerta de acceso donde nos encontramos lo que parece ser una antigua réplica de una máquina de guerra medieval que parece descansar sobre el muro.

Durante el transcurso de la guerra contra los cátaros el castillo cambió varias veces de manos hasta llegar en 1231 a las de Pierre de Voisins, oficial que sirvió bajo las órdenes del señor de Monfort, quien comandaba las tropas cruzadas, que lo recibió como parte del botín por su contribución y ayuda hacia la causa cruzada.

Durante los siglos XIII y XIV se realizaron importantes obras de remodelación y reacondicionamiento en el castillo por los herederos de Pierre de Voisins (de esa época es la torre del homenaje) adquiriendo el lugar gran importancia al ser la residencia de un Señor con amplios territorios que gobernar.

Pero a causa del matrimonio de la heredera del castillo con el heredero de la familia Joyeuse (en 1518) y al establecimiento de una nueva residencia de la pareja en el cercano castillo de Couiza, la época de esplendor del castillo llegó a su fin entrando en un declive que concluiría con su venta tras la revolución francesa.

En 1887 se declaró Monumento Histórico Artístico.

Penetramos en el interior del recinto, tras el abono de la entrada, pasando bajo el escudo de la familia Voisins que se muestra esculpido sobre el arco de la puerta de acceso.

Dentro el recinto éste se muestra diáfano, sólo roto por la torre del homenaje que se nos muestra, ahora sí, espléndida y orgullosa a nuestras miradas. Y aquí hallamos una de las sorpresas de este castillo: sólo mantiene en pie la muralla por su lado sur, que es por donde hemos accedido. El resto del muro ha desaparecido.

La torre del homenaje, con su base cuadrada posee 25 metros de altura y 11 metros de lado. Es una elegante torre gótica realizada bajo las premisas de la arquitectura militar del momento. Domina ampliamente todo el paisaje y demuestra una gran valía defensiva con sus anchos muros llenos de saeteras. Además, sobre cada uno de sus vértices destacan cuatro torreones esquineros que le aportan gran belleza al conjunto.

Los diferentes pisos se comunican a través de una escalera de caracol interior. Accedemos a su planta baja que presenta un techo con bóveda ojival formada a través de sus cuatro nervios que ascienden desde media altura por las esquinas de la estancia. En el punto de cruce de los nervios se encuentra un óculo con un enrejado que permite la aireación de la estancia y su comunicación con la superior.

Podemos penetrar en el interior de los torreones esquineros, de base circular, donde se han perdido los suelos de los pisos intermedios.

En el primer piso observamos los restos de una antigua chimenea. Otra gran bóveda formada por ocho nervios sustenta la estructura superior.

Desde el último piso de la torre podemos apreciar unas excelentes vistas sobre el paisaje circundante. Además, también admiramos la parte inferior del amplio tejado realizado en madera que se nos ofrece ante nuestros ojos y sobre nuestras cabezas.

Descendemos y al salir al patio del recinto nos acercamos hasta la logis ubicada en su parte suroeste, por la que accedemos a través de una escalera de caracol a su planta superior. Observamos la preciosa bóveda ojival, sustentándose a través de sus cuatro nervios que ascienden desde media altura por las esquinas de la estancia. En el punto de cruce de los nervios se encuentra un rosetón esculpido con el escudo de la familia Voisins.

Acabada la visita y ya fuera del castillo nos paramos a observar desde el exterior el ventanal de estilo gótico con adornos trilobulados que hemos visto en el interior de la logis y que tanto nos ha gustado.

En definitiva, es uno de esos castillos que vale la pena conocer ya que, no siendo un arquetipo de construcción de fortalezas en terreno abrupto, presenta una poderosa concepción de arquitectura militar de estilo gótico, mostrada en su torre del homenaje, que nos hará recrearnos vivamente en esa época medieval.

Desde estas líneas os animamos a que lo descubráis. Esperamos que lo disfrutéis, al menos, tanto como nosotros.

Nos vemos en un próximo rincón. Un saludo desde estas líneas.

Localización:

 

Nota: Todas las fotos que ilustran este reportaje fueron realizadas por mí en octubre de 2016.

©Joan Oliveras. Todos los derechos reservados.

4 respuestas »

    • Gràcies, Carme. Es de esos castillos que han quedado relegados a ser segundo plato en un territorio plagado de impresionantes fortalezas, ya que en sus más de 1000 años de historia no ha destacado, precisamente, por su activa participación en conflictos bélicos ni por disponer de una espectacular muralla sino por la genialidad de esas líneas góticas tan típicas de la arquitectura militar de la época medieval en que fue construido. Un abrazo.

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