Arte escultórico

Los leones Benavides y Malospelos

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Hoy nos vamos a Madrid para ver y conocer la curiosa historia de un par de esculturas muy conocidas que guardan la escalinata del Congreso de los Diputados de España. Son dos figuras que representan a dos felinos realizados por el escultor de la corte de Isabel II y que una mala interpretación sobre la falta de testículos en una de las piezas los ha convertido en atracción turística. Hoy visitamos a Benavides y Malospelos, los nombres populares con los que se conocen a los leones del congreso: Daoíz y Velarde.

Hoy el artículo se presta a la curiosidad y a conocer determinantes situaciones de la España del siglo XIX, una España decadente que acabará el siglo sin sus posesiones de ultramar y perdiendo ese carisma de gran nación que había disfrutado en los siglos previos. Y es que la situación embarazosa que se vive en ese tiempo tendrá repercusión en los personajes y la historia que presentamos hoy.

Nos encontramos a mediados de siglo XIX. Se acaba de inaugurar el actual edificio del Congreso de los Diputados en la madrileña Carrera de San Jerónimo. La ciudad viste con orgullo sus mejores ropas, pero ese devenir dialéctico y crítico hacia la política del gobierno sigue acechando en el día a día en cada rincón de la villa.

Junto a la escalinata de acceso de la puerta principal del edificio hay unas farolas que no son del agrado de los nuevos huéspedes del congreso. Después de una campaña a favor de su retirada se decide sustituirlas por dos figuras de dos leones a modo de figuras guardianas. El león, como animal mitológico, simboliza la fortaleza, la inteligencia, la protección y el liderazgo. Es toda una declaración de intenciones para el lugar que ocupan. Además, cuando se sitúan en pareja, el de la derecha representa al macho (asociado a un uso de razón) y el de la izquierda a la hembra (facultado para emocionarse). Es en esta complementación de ambas facetas lo que le aporta cordura y solidez al conjunto. Y he aquí el quid de una situación que expondremos más adelante.

Para la sustitución de esas farolas se encargó al artista zaragozano Ponciano Ponzano, uno de los mejores escultores neoclásicos de la época y perteneciente a la corte de Isabel II, la realización de dos leones. Debido a la escasez de materiales del momento y con un escaso presupuesto realiza en 1851 las dos piezas en yeso revestido de bronce. Al cabo del año y debido a la endeblez de las figuras y a las inclemencias del tiempo ambas esculturas se encuentra en un estado deplorable y deben ser nuevamente sustituidas.

Esta vez se decide realizarlos en mármol. Para eso se contratan los servicios del escultor José Bellver. Los leones resultantes del trabajo carecen de presencia y elegancia, dos de los requisitos necesarios para colocarlos en la puerta del edificio, pues más que presencia felina parecían perros rabiosos, tal y como se les llegó a denominar en la época, pues no tenían ningún porte al ser pequeños. Cayeron en desgracia, se retiraron y hoy se pueden contemplar en los Jardines de Monforte en Valencia.

Y esa particularidad que era su tamaño trajo tanta mofa que incluso se acuñaron (y nunca mejor dicho sober el verbo usado) dos expresiones populares (que incluso han llegado a perdurar hasta nuestra época) para denominar a dos monedas que surgieron en aquel momento: la de cinco y la de diez céntimos de peseta. Y eso se debe al grabado de sendos leones en el reverso de ambas monedas, dibujos que recordaban a estos leones pétreos. A la de menor valor se la denominó como “perra chica”, mientras que para su hermana mayor el término quedó como “perra gorda”.

Una nación como era España (recordamos que estamos a mediados del siglo XIX) no podía disponer de unas esculturas menudas y que producían verdadera chanza y burla entre quienes las veían como paradigma de uno de sus principales instituciones gubernamentales. Esa situación debía cambiar y debía ser lo más rápidamente posible.

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Para eso se contactó nuevamente con Ponciano Ponzano. Esta vez la cosa iba en serio y ya bastaba de hacer el ridículo ante las demás potencias extranjeras y ante el pueblo gobernado.

El escultor se puso manos a la obra. Como escultor neoclásico que era, estudió el diseño clasicista, del cual se había impregnado en su etapa de estudio y aprendizaje en Roma, y fruto de ello son el porte elegante y estilizado de ambos animales, tal y como muestran las imágenes del reportaje.

Se decidió que el material a utilizar provendría de los cañones de bronce capturados durante la batalla de Wad-Ras, ocurrida el 23 de marzo de 1860 en el valle del mismo nombre, formando parte de la campaña de Marruecos de 1859 a 1860. En esta sangrienta batalla, ganada por el ejército español, y en el que tuvieron una importancia capital los Voluntarios catalanes del general Prim (quien con el tiempo se convertiría en Presidente del Consejo de Ministros de España y, también, en Ministro de Guerra) al reforzar a los Cazadores de Madrid y a los Cazadores de Cataluña de las duras embestidas efectuadas por tropas rifeñas, en combates cuerpo a cuerpo con la bayoneta calada, quedando todo el campo de batalla cubierto por los cuerpos ensangrentados de los caídos. ¡Qué dirían aquellos caídos de la situación política actual!

En aquella época no había unos talleres para poder realizar la fundición y se solicitó el envío de esos cañones a París para fundirlos y realizar las esculturas. Pero la reina se negó, pues todavía estaban frescas las heridas abiertas por los últimos enfrentamientos en tierras propias producidos en la Guerra de la Independencia ante la vecina Francia. Y no era cuestión de mostrar a los galos la debilidad del estado al no ser capaz de fundir unos cañones y hacer unas estatuas.

La reina Isabel II ordenó que, aunque fuera complicado de preparar, las estatuas debían realizarse en la Real Fábrica de Artillería de Sevilla. Transcurría el año 1865.

Se enviaron las figuras que debían servir para realizar los dos moldes desde Madrid pero uno de los dos leones llegó destrozado, por lo que se tuvo que reconstruir, hecho que dará lugar a unas especulaciones que ya veremos más adelante.

Es en esta fábrica sevillana donde los trabajadores realizan y bautizan ambas figuras. Como militares que eran y como héroes ante la intromisión napoleónica en 1808 se decidió que los leones se llamaran como los de los capitanes de artillería Luis Daoíz y Pedro Velarde, héroes del Parque de Artillería de Monteleón en la famosa fecha del dos de mayo. Además, y para rematar la faena, los detalles de los leones fueron cincelados por el artista francés Bergaret.

Ponciano Ponzano fue uno de los escultores españoles neoclásicos más importantes del siglo XIX, con gran influencia en la época. Suyas son, entre otras obras aparte de los leones de los que versa este artículo, “Ulises reconocido por Euricles”, que le supuso ser nombrado académico de mérito en 1838, el gran frontal de las Cortes Españolas de 1848 (situado detrás y sobre los propios leones) o la estatua alegórica a “La Libertad”, de 1857, escultura que sirvió de modelo para realizar la estatua de la Libertad de Nueva York (una versión intermedia se encuentra en París), y que se encuentra actualmente ubicada en el Panteón de los Hombres Ilustres, en Madrid.

Pero no iban a acabar aquí los avatares de estas figuras, pues conocida su realización empezó una nueva controversia iniciada por un grupo de diputados sobre si esos leones esculpidos con material de guerra debían posicionarse a la entrada de esta institución parlamentaria. Hubo tantas discusiones (incluso se llegó a considerar la posibilidad de su destrucción) que se tardaron siete años desde su fundición en quedar todos de acuerdo en colocar las figuras. ¡Y es que lo de discutir y llegar a acuerdos que nos beneficien a todos se está volviendo difícil en ese hemiciclo! Pero, finalmente, la sensatez volvió a brotar y allí están apostados ambos felinos flanqueando la escalinata de la entrada principal desde 1872.

Pero el pueblo, que es el que más sabe sobre asuntos de estado, decidió nombrarlos con dos nombres de lo más popular: Benavides y Menospelos. Nos parecen unos nombres tan interesantes que los hemos usado como título de este artículo.

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Pero, por si no fuera menos, en los últimos años volvió a saltar la controversia sobre el motivo por el que uno de los dos leones no tiene saco escrotal. Es decir, le faltan sus genitales. Y como somos una nación que nos gusta opinar de todo, pues el interés suscitado por esta situación ha llevado a escribir ríos de tinta.

Las dos figuras son machos, por lo que deberían ser iguales desde un punto de vista morfológico. Podrían cambiar en tamaño, en postura o en peso. Pero no en la ausencia de sus atributos.

En aquellas discusiones y debates se atribuyeron esa falta testicular a diversas circunstancias tales como debida a un error en la realización del molde, pero no puede ser pues en uno de ellos sí que están dispuestos. Además, en la figura original que sirvió para realizar el molde (que todavía se conserva) tampoco se encuentra. También hay quienes opinaban que provenía de una rotura de esta pieza a la hora de desmoldarlo (recordemos como hemos indicado anteriormente que uno de los dos llegó roto a Sevilla). Pero eso no es posible pues se notaría un rastro de mutilación en ese lugar de la pieza, rastro que no aparece. Se llegó también a pensar en un olvido en la realización.

La realidad del asunto radica en la formación clásica del escultor aragonés, quien quiso darle un carácter femenino a uno de los leones. He aquí que los podemos relacionar con el mito griego de Hipómenes y Atalanta, pues ambos (él y ella) fueron convertidos en leones (machos) por Cibeles después de una noche de lujuria inducidos por Afrodita. De esta forma, esa situación anómala que llegó a entablar tanta discusión fue realizada adrede por el escultor.

En el mito Atalanta nace y es repudiada por su padre, quien la deja abandonada en el monte. Una osa la recoge y la amamanta hasta que es recogida por una familia. Al llegar a edad fértil, Atalanta decide no casarse y mantener su virginidad para consagrarse a Artemisa, la diosa de la caza.

Como es bella y tiene numerosos pretendientes que la avasallan ella decide poner tierra de por medio estableciendo unas condiciones para poder pretenderla: quien la supere en una carrera se casará con ella y quien no la supere morirá. De esta forma ella confía en que no habrá pretendientes que accedan a competir con ella, por el lógico riesgo mortal que supone la prueba en caso de fracaso, y por lo veloz que es ella en esa disciplina. Pero aparece en escena el bello Hipómenes, quien gracias a su astucia y a la ayuda de la diosa Afrodita le gana la carrera, consigue su amor y se casa con ella.

Pero, con el tiempo, ambos pretendientes se olvidan de Afrodita, quien tanto hizo para que consiguieran enamorarse y ser felices, y decide castigarlos de una forma cruel, induciéndolos a la lujuria en un santuario de Cibeles. Cuando esta diosa los encuentra ultrajando uno de sus templos, llenada de ira los convierte en leones y los obliga a no mirarse entre sí, además de tener que tirar de su carro (esta es la representación de la tan conocida fuente de Cibeles, sita también en Madrid). De esta forma pierden su condición humana y la posibilidad de no cruzarse nunca en su camino.

Y aquí aparece, otra vez en este blog, Cibeles, esa diosa tan emblemática para la ciudad de Madrid.

Y así aparecen también ambos leones dispuestos en la escalinata desde 1872. El de la izquierda (Daoíz-Hipómenes) con la cola levantada y con los atributos sexuales, y el de la derecha (Velarde-Atalanta), con el rabo en reposo y lleno de feniminidad. Ambos disponen la cabeza ladeada mirando hacia lados opuestos además de pisar con patas distintas una bola simbolizando el poder sobre el mundo en unas fechas en la que la nación española dejaba de tener peso entre los grandes imperios.

Al contemplarlos ahora, nos damos cuenta del tiempo que ha pasado desde su disposición en este espacio (aunque se remodelaron en 1985) y allí siguen como testigos mudos del devenir de la historia de España durante cerca de siglo y medio.

Desde estas líneas os animamos a que lo descubráis. Esperamos que lo disfrutéis, al menos, tanto como nosotros.

Nos vemos en un próximo rincón. Un saludo desde estas líneas.

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Nota: Todas las fotos que ilustran este reportaje fueron realizadas por mí en octubre de 2015.  

©Joan Oliveras. Todos los derechos reservados.

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