En 1972 Alemania, y más en concreto Munich, se vistió con sus mejores galas para celebrar los Juegos de la XX Olimpiada. Construyó una serie de estadios e instalaciones deportivas cuyo diseño vanguardista fue una total innovación. Por desgracia, lo que tenía que ser una gran fiesta del deporte se tornó tragedia con la muerte de varios miembros de la delegación israelí a manos de terroristas palestinos. El tiempo transcurrido desde entonces no ha servido para curar cicatrices. Hoy otras son las víctimas y otros los verdugos. Todo un sinsentido sigue cobrando presencia en lo más profundo del ser humano.

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