Hoy nos vamos a descubrir un memorial en el centro de Berlín, un monumento arquitectónico que recuerda y rinde homenaje a todas las víctimas de las guerras y las tiranías. Hoy visitamos el edificio de la Nueva Guardia, más conocido como la Neue Wache y la escultura de La Piedad, que se encuentra en su interior.
El edificio se encuentra en el bulevar Unter den Linden, que es la arteria principal viaria del centro de la capital germana. Además, el Memorial se encuentra en un marco arquitectónico e histórico incomparable, pues se alza junto al edificio de la Ópera (bello edificio realizado en un estilo clásico de templo corintio), la Belbeplatz (famosa plaza por producirse en ella la histórica quema de libros realizada por miembros de las camisas pardas y de las juventudes hitlerianas el 10 de mayo de 1933 en pleno auge del nacionalsocialismo), la Universidad Humboldt (cuyo precioso edificio principal fue en su inicio pensado como un palacio), la Zeughas (antigua armería que hoy acoge el Museo de Historia de Alemania) o la Kronprinzenpalais (antigua residencia principesca que fue lugar de la firma del acuerdo de adhesión de la RDA a la República Federal de Alemania). Aunque hoy trataremos sólo del edificio que acoge el Memorial, os recomendamos dar un paseo y visitar estos lugares pues son símbolos de una gran nación y forman parte de la historia tan intensa vivida por sus habitantes.
Pero comencemos ya con la visita al edificio que hoy tratamos (es el que aparece a la izquierda de la imagen). Es de estilo clasicista y fue construido entre 1816 y 1818 para recordar a los caídos de las guerras napoleónicas. Su diseñador fue el arquitecto Friedrich Schinkel. Su aspecto externo se parece a un tempo griego donde altas columnas dóricas y un estupendo frontón lucen en el gran pórtico que hace de entrada al espacio interior.
Haciendo un poco de historia, aquí tuvo su sede la Guardia Real (prusiana) hasta 1918, fecha de finalización de la Primera Guerra Mundial. Con tal de aprovechar el edificio, en 1931 se erigió un monumento que conmemoraba a los caídos en este terrible conflicto. Fue diseñado por Heinrich Tessenov, quien construyó en su parte superior un espacio abierto circular por el que penetra la luz natural, luz que inunda todo el espacio interior.
Pero, su periplo vinculado con la guerra no acabó aquí y el edificio fue destruido durante un bombardeo en las postrimerías de la Segunda Guerra Mundial. ¡Hay que ver lo que da de sí un monumento antibelicista que reivindica, precisamente, el respeto por los caídos en los conflictos!
Pero es a partir de 1960 cuando alcanza la verdadera simbología actual, con su atrevida restauración en tiempos de la RDA, y alzándose como monumento conmemorativo por las víctimas del fascismo y del militarismo. En aquel entonces en su interior ardía una llama eterna.
En 1969 fueron enterrados los restos mortales de un soldado y de un prisionero de un campo de concentración (ambos desconocidos) junto a tierras procedentes de los campos de batalla y de los campos de concentración. Todo un gesto de cordialidad internacional.
Con la Caída del Muro este edificio adquiere el actual compromiso por parte de la Alemania unificada de establecerse como monumento de conmemoración hacia las víctimas de la guerra y la tiranía, y simboliza el nexo de unión de esas dos Alemanias convirtiéndose en el lugar conmemorativo más importante del país germano.
Justo debajo de la abertura circular se encuentra la escultura conocida con el nombre de La Piedad (o madre con hijo muerto), de la escultora Käthe Kollwitz (1867-1945), una mujer que vivió el drama de la guerra en sus propias carnes: perdió un hijo en un campo de batalla de la Primera Guerra Mundial, así como la destrucción de su estudio y muchas de sus obras durante los bombardeos en la Segunda Guerra Mundial. Sufrió, además, el hostigamiento que el régimen nacionalsocialista hizo hacia los artistas vanguardistas. La muerte de su marido en 1940 le produjo una gran desazón y la convirtió en una artista muy pesimista y muy crítica de la sociedad del momento.
La escultura expuesta aquí es una magnífica obra que no nos dejará indiferentes. Representa la figura de la Piedad, una madre que acoge en su regazo a su hijo (soldado) muerto por la guerra. Una imagen llena de desgarro con una simbología plena de dolor y de profundidad sentimental. La escultora traza un llanto silencioso e íntimo en un rostro repleto de dolor y unas manos tiernas que envuelven el cuerpo inerte de su vástago.
En los días lluviosos o de nevada la estatua se cubre con el agua o la nieve caída ya que atraviesan el óculo superior abierto al exterior. En esas circunstancias el factor dramático del interior está asegurado.
El silencio se hace latente en el interior del edificio. Unos bancos adosados a la pared nos posibilitan poder sentarnos y contemplar la escena en toda su plenitud. La habitación es un espacio diáfano y vacío de decoración donde la sola presencia de la escultura domina por sí sola todo el habitáculo.
La entrada de la luz natural a través de la apertura superior y su proyección por todo el interior del edificio envuelve a la figura configurando una imagen que enaltece todavía más su carácter dramático, solemne y conmemorativo del Memorial.
Mientras estamos sentados, viajeros, paseantes y turistas entran, paran, miran, toman fotografías y salen del lugar, todo ello en una singular armonía casi mística. Algunos se sientan. El lugar es un remanso de paz, como suele ser en estos recintos, donde el silencio y el pensamiento interior está asegurado.
Esperamos que lo disfrutéis, al menos, tanto como nosotros.
Nos vemos en un próximo rincón. Un saludo desde estas líneas.
Localización:
Nota: Todas las fotos que ilustran este reportaje fueron realizadas por mí en junio de 2013.
©Joan Oliveras. Todos los derechos reservados.
Conozco este lugar y me pareció muy emotivo cuando lo visité. Ahora aprendo más cosas sobre él gracias a tu post. ¡Gracias!
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