Hoy nos vamos a disfrutar de un monumento excepcional de época romana ubicado en las inmediaciones del pueblo de Roda de Bará (en la provincia de Tarragona). Se trata del Arco de Bará. Es un arco de triunfo conmemorativo que es el mejor conservado de un solo vano que existe en la península Ibérica.
Se encuentra emplazado en medio de lo que hoy en día es la carretera nacional N-340 pero que en su día era la vía Augusta, la principal calzada romana de comunicaciones que recorría la Hispania romana desde Cádiz hasta los Pirineos (La Junquera). La construcción se encuentra apenas a veinte kilómetros al nordeste de Tarragona (la antigua ciudad romana de Tarraco que posee una presencia arquitectónica romana muy elevada) y en plena Costa Dorada. Es del siglo I d.C. y se realizó durante el mandato del emperador Augusto, uno de los principales emperadores del Imperio Romano.
Es toda una fuente de inspiración el sentarse delante, sobre el césped, para contemplarlo. Aquí parece hacerse realidad aquella frase lapidaria de «2000 años os contemplan». Y es que esa es la edad aproximada de esta joya de la arquitectura romana. Una de las primeras impresiones que capta nuestra mente son sus monumentales dimensiones. Llaman la atención sus 14,65 m. de altura, sus 11,84 m. de fachada y su 3,7 m. para los lados. Para acabar de redondear sus medidas cabe destacar que la parte interna del arco mide 10,14 metros de altura. De ahí se puede explicar que su función era de servir de límite fronterizo y de marcar la presencia de una ciudad romana cercana (Tarraco) de tal forma que demostraba el poderío militar del imperio romano en aquel lugar y en aquella época. Sentados ahí, pensamos también en la ingente cantidad de legiones que habrán pasado por debajo de él y en la cantidad de viajeros, comerciantes o lugareños que han recorrido esta vía durante estos dos milenios y que han quedado prendados de la belleza del monumento igual que nosotros. Y los que tendrán, todavía, que pasar.
La siguiente imagen corresponde a su lado occidental (la anterior era del oriental), donde se puede observar aún mejor esas dimensiones tomando como referencia a las dos personas que se encuentran en el lado izquierdo de la imagen:
Si nos fijamos un poco más en los detalles, podemos observar que el monumento se fabricó con piedra calcárea y se compone en su parte inferior de dos pódiums de planta rectangular sobre los que descansan dos grandes pilares con cuatro pilastras adosadas en cada uno de ellos, con capiteles corintios. Un arco de medio punto las une y hace la función de bóveda sobre la que se aguanta el arquitrabe con una descripción en la que se indica que fue construido por Lucius Licinius Sura. Sobre ella se ha reconstruido una cornisa (la cual dispone de algún elemento original en su parte central) y sobre ella no aparece el ático, que ha desaparecido, y del que no se tienen referencias de cómo era.
El arco ha sufrido diversas restauraciones que han ido variando su forma original. Se encuentran documentadas las de los años 1786, 1840 y 1936. En este último año sufrió daños en su estructura interior a consecuencia de una voladura realizada durante la guerra civil. Por suerte, pudo ser reparado con parte del mismo material original.
Otra cosa que llama la atención es su disposición actual al encontrarse situado en el centro de la carretera nacional N-340, en medio de una zona ajardinada que hace de circunvalación de la carretera en ese punto. La visita la realizamos bajo el ruido propio de los vehículos circulando en los laterales del monumento.
Fue declarado Monumento Histórico Artístico en 1926 y Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 2000.
Una de las cosas importantes que no se pueden dejar de hacer es cruzar por debajo de él en un ejercicio de retrospectiva histórica y emular a las diferentes generaciones que lo han traspasado a lo largo de tantos años. Es un lugar de fácil acceso en vehículo y puerta de entrada de magníficos rincones en la Costa Dorada, o a la ciudad de Tarragona, esencia actual del imperio romano en estas latitudes.
Merece la pena visitar este lugar y la cercana ciudad de Tarragona, ya que son una buena excusa para apreciar, comprender y valorar los vestigios arquitectónicos construidos por los ingenieros romanos, unos ingenieros que hicieron progresar ese gran imperio hasta un punto tecnológico muy elevado y que marcaron una parte muy importante de nuestra cultura y desarrollo latinos.
Nos vemos en un próximo rincón. Un saludo desde estas líneas.
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