... La Barcelona de la Barceloneta y su frente marítimo

La luz transformada en hora

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Hoy nos vamos al puerto pesquero de Barcelona para observar una atractiva torre que antes fue faro y que se ha convertido en todo un símbolo de esa parte de la ciudad. Inicialmente se le llamó la “Torre de la Llanterna” (La torre de la linterna) aunque actualmente es conocida como la “Torre del Rellotge” (la Torre del Reloj).

Siempre es grato disfrutar de un paseo por el Port Vell (Puerto Viejo) incluyendo la zona de ocio del Maremagnum, de la ciudad condal, un lugar lleno de actividad y donde se puede disponer de extensas vistas a todo lo largo y ancho del espacio. Sentarse en uno de sus bancos, contemplar el paso de pequeñas y variopintas embarcaciones, observar las idas y venidas de gaviotas en busca de alimento o, simplemente disfrutar del trajín de innumerables personas que deambulan por este sitio ya hacen de por sí interesante el lugar. Pasear por este espacio nos conduce a un montón de rincones donde explorar la arquitectura racional o permitir la posibilidad de descubrir pequeñas joyas urbanísticas escondidas entre sus entresijos, son sólo algunos de sus más bellos placeres aventureros.

Pero no nos vamos a fijar hoy en los edificios más importantes o emblemáticos del lugar, ni en la urbanización del espacio, ni en el centro de ocio de la zona. Nos fijaremos en esta pequeña torre que puede pasar desapercibida a los ojos de los visitantes de esta parte del puerto próxima al barrio de la Barceloneta (el antiguo barrio de Ostia). Se encuentra en una zona restringida al paso, por lo que las vistas más interesantes las podemos encontrar en la zona situada enfrente, en concreto en el edificio del Maremagnum. Ya sean en la parte superior del complejo de ocio o en su parte inferior, las vistas sobre la torre son magníficas.

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En esta perspectiva podemos apreciar la torre del funicular a la izquierda de la Torre del Rellotge y el hotel W Barcelona a su espalda.

La Torre del Rellotge fue construida en 1772 durante las obras de ampliación del puerto y tenía una funcionalidad de faro en el antiguo puerto de Barcelona. Servía de guía para la entrada y salida de embarcaciones en el puerto. Era la luz. Con los avances tecnológicos de localización y sucesivas ampliaciones del puerto, su funcionalidad quedó obsoleta y en 1904 se le dotó con los cuatro relojes: se convirtió en punto de referencia para conocer la hora. Se barajó la posibilidad de derribarla, pero fue todo un acierto el no hacerlo y dotarla de esta funcionalidad excepcional.

En su época de funcionamiento como faro se ubicaban en su interior el despacho de pasaportes, el control sanitario, la comandancia de marina y la caseta de los prácticos.

Mantiene su fisonomía esbelta, propia del estilo del siglo XVIII, con una altura que, aunque no desmerecía en aquellos tiempos, actualmente ha quedado desfasada.

Por delante de ella han desfilado barcos de todas las formas y tipos. Desde bergantines y veleros hasta los actuales buques de acero, embarcaciones de recreo o barcos pesqueros, pasando por las típicas «golondrinas», típicos barcos turísticos del puerto.

A sus pies la cofradía de pescadores de Barcelona mantiene sus dependencias e instalaciones y en el muelle anexo realiza el atraque de sus embarcaciones de arrastre, de cerco y de artes menores:

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La torre, cuya construcción es de piedra, se encuentra ubicada sobre un gran zócalo con segmento trapezoidal. La columna de la torre posee una estructura piramidal de base cuadrada, donde pequeñas aberturas laterales aportan luz a su interior. En su culminación llama la atención un habitáculo en forma de cubo que es donde se ubican, en cada lateral, los cuatro grandes relojes que dispone la torre, uno en cada lado. Sobre él una cúpula es coronada por un pararrayos.

Como curiosidad histórica os comento que esta torre fue uno de los puntos de la ciudad en el que el astrónomo y geógrafo Pierre François Méchain hizo parte de sus mediciones triangulares del arco de meridiano entre Dunkerke y Barcelona, que llevaron a la fijación del metro patrón, y que culminó con el establecimiento del sistema métrico decimal, que fue uno de los frutos de la revolución francesa y que es la base actual de las unidades de medida que usamos en nuestro quehacer diario.

Si tenéis un día libre, el tiempo es propicio, y queréis disfrutar de un espacio abierto y lleno de actividad, os invito a que paseéis por esta parte del puerto de Barcelona, donde, si fijáis atención descubriréis éste y otros estupendos edificios que se sitúan en un enclave que, aunque parezca mentira, permanece aún por descubrir para muchos ciudadanos de la ciudad.

Un saludo desde estas líneas.

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